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Bandera de Extremadura
La región, que cuenta con un enorme superávit energético y alberga yacimientos de litio, está a la vanguardia de los planes españoles de transición energética y descarbonización, que se enfrentan a la preocupación por el colonialismo energético[3][4].
La superficie de Extremadura es de 41.633 km2, lo que la convierte en la quinta comunidad autónoma más grande de España. Está situada en la Meseta Sur (una subdivisión de la Meseta Central española).
El punto más alto de Extremadura, el Calvitero (o El Torreón), de 2.401 m,[6] se encuentra en el Sistema Central, en el extremo nororiental de la región, en el límite con Castilla y León. Las principales subcadenas del Sistema Central en Extremadura son la Sierra de Gata y la Sierra de Béjar.
Lusitania, antigua provincia romana que incluía aproximadamente el actual Portugal (excepto la zona norte hoy conocida como Región Norte) y una porción central occidental de la actual España, abarcaba en aquellos tiempos la actual Comunidad Autónoma de Extremadura. Mérida (actual capital de Extremadura) llegó a ser la capital de la provincia romana de Lusitania, y una de las ciudades más importantes del Imperio Romano.
Historia de Extremadura
Extremadura, en España, es conocida por sus diferentes formas de preparar el cerdo ibérico y el cordero. Las principales características de la cocina tradicional extremeña eran su sencillez, su falta de desorden y su bajo coste. También es una cocina que refleja un espíritu generoso, ya que muchas de sus preparaciones solían cocinarse en grandes ollas para compartirlas con visitantes, amigos y vecinos. Los platos resultantes se comen con pan local.
Las especias preferidas en la cocina extremeña son el pimentón, el ajo, el laurel, el poleo y el anís. En la comarca nororiental de La Vera se produce el pimentón de la Vera, un pimentón ahumado muy apreciado en toda España y muy utilizado en la cocina extremeña. El aceite de oliva se utiliza para freír y como ingrediente de muchos platos. Tal vez por influencia portuguesa, se puede encontrar algún uso limitado de las hojas de cilantro (inusual en otras regiones de la España peninsular fuera de las Islas Canarias) para algunos platos específicos como los repápalos o el escabeche de bacalao, aunque a menudo con la posibilidad de usar perejil como alternativa y no con el mismo uso extensivo que en Portugal[1][2][3][4].
El clima de Extremadura
Según Dionisio Pérez, cuando el convento de San Benito de Alcántara fue asediado por las tropas de Napoleón, las monjas utilizaron el papel pergamino de los libros para fabricar cartuchos de fusil. Alguien descubrió que en uno de estos manuscritos estaban escritas las recetas del convento y se lo envió al general Junot, que posteriormente incorporó las recetas a la cocina francesa. Así, el faisán, la becada y la perdiz se servían «a la Alcántara» en los palacios parisinos. El experto Escoffier, galo acérrimo, decía que este manuscrito era «el mejor trofeo, lo único rentable que Francia sacó de aquella guerra».
La cocina extremeña es sencilla, sabrosa y muy variada, porque sabe utilizar los recursos de primera calidad que tiene a su disposición y nunca trata de ocultar nada, lo que ha dado lugar a platos auténticos, naturales y sin complicaciones. Cristianos, musulmanes y judíos convivieron en esta región y cada uno de ellos dejó su impronta en la cocina extremeña: el «sinabi» árabe es el precursor de la «caldereta», la «adefina» judía es la precursora de la «olla» y el «puchero» (otros guisos típicos) y el «escabeche» -un escabeche- fue utilizado para preparar alimentos por ambas culturas y fue muy popular en toda la región.
Extremadura sehenswürdigkeiten
Según Dionisio Pérez, cuando el convento de San Benito de Alcántara fue asediado por las tropas de Napoleón, las monjas utilizaron el papel pergamino de los libros para fabricar cartuchos de fusil. Alguien descubrió que en uno de estos manuscritos estaban escritas las recetas del convento y se lo envió al general Junot, que posteriormente incorporó las recetas a la cocina francesa. Así, el faisán, la becada y la perdiz se servían «a la Alcántara» en los palacios parisinos. El experto Escoffier, galo acérrimo, decía que este manuscrito era «el mejor trofeo, lo único rentable que Francia sacó de aquella guerra».
La cocina extremeña es sencilla, sabrosa y muy variada, porque sabe utilizar los recursos de primera calidad que tiene a su disposición y nunca intenta ocultar nada. El resultado son platos auténticos, naturales y sin complicaciones. Cristianos, musulmanes y judíos convivieron en esta región y cada uno dejó su huella en la cocina extremeña. El «sinabi» árabe es el precursor de la «caldereta» (guiso de carne), la «adefina» judía es la precursora de la «olla» y el «puchero» (otros guisos típicos) y el «escabeche» -un escabeche- era utilizado para preparar los alimentos por ambas culturas y era muy popular en toda la región.